Stalker mini-análisis
- Nano

 - 17 feb 2019
 - 3 Min. de lectura
 

Stalker es una saga de videojuegos que todo el mundo ha escuchado acerca, pero que no todos tienen los testículos para jugar; ¿el porqué de esto? Imagina por un momento que eres una computadora, siempre andando bien y nada en el mundo te puede hacer daño, entonces Stalker entra en tu habitación en la noche y te dice que todo va a estar bien mientras te asfixia con una almohada. El amor duele, ¿y Stalker? Stalker tiene mucho amor para dar
La historia de Stalker no es algo muy complicado: tomamos el rol de un Gopnik renegado que entro de forma ilegal a una zona alejada del mundo y bajo vigilancia en Chernóbil, ubicado en el país ficticio de “Ucrania”. ¿Por qué vinimos a este lugar? Nadie sabe, pero podemos hacernos ricos de forma fácil y muy rápida, siempre y cuando estés dispuesto a perder alguno que otro miembro de tu cuerpo.

La “zona” es un lugar donde las reglas de la realidad fueron a tener una orgía que termino tan mal que la realidad misma se ve afectada: desde anomalías en el espacio físico, hasta niños de Uganda hambrientos e incapaces de diferenciar animal de persona. También uno puede encontrarse con diferentes facciones que tienen su propia ideología; cosas como querer estudiar “la zona”, traer orden a ella e incluso defenderla del mundo exterior, y obviamente la promesa de volverte tan asquerosamente rico que incluso Bill Gates vomitaría en tu presencia.

Este mundo cuenta con su propia versión de mercado negro donde la recolección y venta de artefactos es algo muy lucrativo: estos artefactos se venden a investigadores, gobierno o coleccionistas personales. ¿y que son estos artefactos? Objetos creados gracias a las anomalías que uno puede encontrarse en el mundo y que seguramente te maten antes de que puedas tocarlos. La solución es simple: F5 cada 10 pasos porque se ve que esta tecla también debe ser un artefacto ya que altera el tiempo y espacio; un segundo un grupo de bandidos te quiere muerto y una carga desde tu ultimo quicksave, de repente ya no te quieren matar y continúan con su existencia. Es genial.

Aunque lo que suele atraer a la gente a jugar estos juegos más rotos que el matrimonio de mis padres, es la atmósfera. No somos especiales y el mundo es un lugar horrible que quiere matarte, pero aun así nos invita a investigarlo y dejarnos llevar por nuestra propia curiosidad hasta donde podamos; somos el fondo de la cadena alimenticia, somos insignificantes como un granjero de cocaína en Colombia, no somos más que nadie y podemos ser reemplazados con facilidad gracias a que las balas en tus armas generalmente entran a algún portal interdimensional donde desaparecen sin ser vistas de nuevo, incluso cuando estas disparándole a alguien en el rostro con una escopeta, pero si aquel gopnik opositor a 30 metros con una pistola te detecta, sus balas también pasan por un portal interdimensional solo que en su caso ellas terminan en tu cabeza con precisión quirúrgica. Stalker es sin duda un juego perfecto en el que podemos ir de 0 a 100 en menos de un segundo: un momento estamos caminando tranquilos por el campo y al siguiente estamos en un estado paranoico mientras nuestras armas se niegan a funcionar.

El orden de los juegos en forma cronológica es Clear sky, Shadow of chernobyl y Call of Prypiat, aunque todos admiten de forma casi universal que Clear sky es horrible; la peor introducción del juego y el más difícil por todas las peores razones, lo cual es reforzado por la fragilidad del motor en el cual los juegos fueron creados. "X-ray engine" es un motor sujeto a la especulación de cómo funciona realmente y que hasta este día nadie, ni siquiera los mismos desarrolladores, entienden como si se tratase de algo salido de la película “Event Horizon”: un día funciona tranquilo y al siguiente te da una pantalla azul, llenando tu mente de pesadillas y sonidos de crasheos constantes. Aun así, con todos sus problemas, siguen siendo juegos que recomiendo a cualquier persona que disfrute de un apocalipsis más personal a darles una oportunidad, aunque por naturaleza son juegos muy divisivos: o lo amas con una pasión, o los odias con fervor religioso, así que sugiero precaución a la hora de querer jugarlos.
Stalker es un “kelvasa y vodka” de 10.




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